Internacional
Ambos países llaman a consultas a sus representantes tras acusaciones cruzadas y presuntos planes golpistas.
El pasado jueves 3 de julio, Estados Unidos llamó a consultas al encargado de negocios en Bogotá, John McNamara, tras considerar “declaraciones infundadas” provenientes de altos funcionarios del Gobierno colombiano. En respuesta, el presidente Gustavo Petro convocó a su embajador en Washington, Daniel García Peña, como muestra de reciprocidad.
El desencadenante fue la difusión de audios atribuidos al excanciller Álvaro Leyva, en los que se sugiere que congresistas estadounidenses, incluidos Mario Díaz‑Balart y Carlos Giménez, habrían apoyado un presunto golpe de Estado contra Petro. A pesar de que estos legisladores negaron cualquier implicación, EE.UU. insistió en sus críticas. Poco después, Petro aclaró que no responsabiliza personalmente al secretario de Estado Marco Rubio, pero urgió a las autoridades judiciales de Estados Unidos a investigar la trama.
Las acciones diplomáticas incluyen, además, la posibilidad de revocación de visas a funcionarios colombianos vinculados al proceso y la suspensión temporal de embajadores en ambos países, lo que marca un punto álgido en una relación históricamente aliada. El retiro de embajadores y la tensión en temas como migración, cooperación antidrogas y comercio bilateral generan preocupación por posibles repercusiones económicas y de seguridad.
El presidente Petro aseguró que "solo el crimen organizado" se beneficia de este nivel de confrontación y pidió que se priorice el diálogo para avanzar en una agenda bilateral que incluya narcotráfico, energía, migración, Amazonía y paz regional. Además, enfatizó que Colombia sigue siendo un aliado estratégico, aunque insistió en mantener una postura soberana en defensa de su dignidad nacional.
Fuente: DNews
